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El conflicto entre las facciones ha escalado pese a las declaraciones tranquilizadores de los líderes partidarios. El más reciente episodio, y quizá el más grave ha sido la destitución de Martí Batres del cargo de secretario de Desarrollo Social del Gobierno del DF.
Para nadie es un secreto la situación particular del cargo de Batres, que constituía una posición lopezobradorista en el organigrama del Gobierno del DF, por lo que este cargo representaba tanto prácticamente como simbólicamente la alianza de Ebrard con la izquierda. Ebrard nunca ha sido de izquierda, y para mayor prueba está su currículum. Siempre ha sido un cuadro del Estado al servicio de quien lo posicione mejor. Es un personaje altamente capacitado en la administración pública que carece de cartas credenciales políticas propias, pues en este aspecto siempre ha estado a la sombra de Manuel Camacho, su verdadero cerebro.
Su entendimiento con López Obrador fue un acuerdo de mutua conveniencia en la que Ebrard serviría como elemento organizador del Gobierno y atraería ciertas capas intermedias que desconfiaban del lopezobradorismo. A cambio, Ebrard podía aspirar a contender en 2012, pero el resultado de 2006 hizo que Ebrard y López Obrador tengan que competir por la misma elección. Ebrard, nunca adepto a ideología alguna de izquierda se presenta entonces como izquierdista convencido, formando agrupaciones propias en el PRD, y en alianza con NI (Nueva Izquierda).
Así, conforme se acerca la contienda electoral de 2012 se va haciendo más enconada la confrontación entre AMLO y Ebrard, que necesariamente se han de ver como contendientes y necesitan ser los candidatos de la izquierda a fin de sobrevivir políticamente. Ebrard ha endurecido su postura, formalizando la alianza con NI en los “Demócratas de Izquierda”, y, primero recortando los programas de la Secretaría de Desarrollo Social y luego cesando ruidosamente a Batres.
No falta quien afirma que todo es una jugada que libran AMLO y Ebrard, pero estarían jugando un juego sumamente peligroso, poniendo en tensión fuerzas que van más allá de sus entornos inmediatos y que pueden agravar la crisis de la izquierda.
La explicación más sencilla puede ser la correcta, se trata llanamente de una confrontación entre dos grupos políticos que han roto su antigua alianza empujados por la necesidad de sobrevivir políticamente y llevar adelante agendas diferentes y contrapuestas.
En esta contienda Ebrard busca fortalecerse con su alianza con NI (y ADN e IDN), y con el Gobierno federal, llegándose a la conformación de un inusitado bloque de derecha distinto al PRI, un bloque Ebrard (y Camacho)-NI (y ADN e IDN)-Gobierno federal (y PAN), un bloque que busca oponerse sistemáticamente al movimiento lopezobradorista de cara a la sucesión en el DF y en la campaña presidencial.
Mientras del lado de la derecha se busca tener un candidato único, sea Peña Nieto (PRI) o algún candidato del PAN; en la izquierda se libra una lucha análoga entre el ala liquidacionista de NI y el ala consecuente de López Obrador.
El resultado hasta ahora ha sido que los extremos más débiles, el PAN y Ebrard-NI tienden a acercarse a través de las alianzas PAN-PRD y de la ofensiva de Ebrard contra el lopezobradorismo en el DF. Este bloque en formación busca presentar una opción a la izquierda y a la derecha, o sea, una especie de alquimia política de resultado incierto.
La opción de la izquierda consecuente es clara, es indispensable rechazar tajantemente las tentativas del bloque derechista que en este momento representa las aspiraciones del Gobierno federal, mismo que únicamente busca prolongar su propio poder a costa de las masas populares que llevaron al poder tanto a Ebrard como a los legisladores de NI, lo que todos ellos convenientemente olvidan. Ni unos ni otros tienen prerrogativas por sus propios méritos, aunque así lo crean. Y si ellos pretenden hacer creer que sus intereses merecen ser salvaguardados sólo demuestran una soberbia y voracidad propias de arribistas.
Es labor de la izquierda consecuente impedir que las candidaturas presidencial y de jefe de Gobierno del DF queden en manos del bloque derechista que se está conformando.