A última hora de la noche pasada, en un discurso televisado a la nación, el primer ministro griego Tsipras ha anunciado que va a someter el último ultimátum de la troika a referéndum el 5 de julio. Esto marca una etapa cualitativamente nueva en la crisis griega, que puede dar rienda suelta a la rabia acumulada de las masas contra la humillación constante sufrida a manos de la troika.
Las últimas exigencias y ultimatums provocadores planteados por la troika al gobierno griego tienen un objetivo claro: destruirlo. No pueden interpretarse de otra manera y ahora empiezan a encajar todas las piezas del rompecabezas.
En el último minuto, cuando parecía que una ruptura era inevitable, el gobierno griego hizo una nueva propuesta que incluía concesiones sustanciales adicionales a las demandas de los banqueros y capitalistas de Europa. No es sólo que el gobierno de Syriza se haya visto obligado a abandonar los puntos sustanciales de su propio programa electoral, sino que incluso se han cruzado las famosas "líneas rojas" que ellos mismos se habían fijado.
Las prolongadas negociaciones entre Grecia y la Troika, que comenzaron tras la elección de Syriza el pasado 25 de enero, parecen haber llegado a un callejón sin salida sin haber encontrado una solución negociada. Esta situación ha acelerado la retirada de depósitos de los bancos, lo que a su vez acelera los resultados. La troika está estrechando el cerco y, a menos que la víctima consiga liberarse, se ahogará.
Está teniendo lugar un enfrentamiento entre el gobierno griego y los acreedores del país, que podría terminar con la cesación de pagos de la deuda griega, el abandono del euro, e incluso de la propia Unión Europea (UE). Esto tendría consecuencias muy graves tanto para el pueblo griego como para la economía europea y mundial ¿A dónde conduce todo esto?
A pesar de todas las concesiones que la troika ha impuesto a Grecia, el acuerdo que se alcanzó el 20 de febrero con el Eurogrupo apenas difiere de los anteriores y ya se empieza a desvelar. La profunda crisis del capitalismo griego, combinado con la terquedad de la troika en humillar al gobierno griego, casi no deja espacio para la maniobra.
Hace poco leí las memorias de John Maynard Keynes, el famoso economista inglés que participó en las negociaciones de Versalles que siguieron a la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Los paralelismos con las actuales negociaciones de la crisis de la deuda griega son muy llamativos. La única diferencia es que entonces Alemania era la víctima y ahora es el opresor.
El fin de semana pasado se reunió el Comité Central de Syriza. La oposición a la línea de la mayoría del partido en el acuerdo con el Eurogrupo era fuerte. Una enmienda crítica presentada por la Plataforma de Izquierda, el principal grupo opositor liderado por el Ministro Panayotis Lafazanis, consiguió 68 votos, 41% del total.
Incluso el nuevo secretario del partido, Tassos Koronakis, fue elegido por un pequeño margen, con 102 votos de un total de 199. Como tituló el periódico burgués ToVima, el Comité Central "ha enviado una señal al gobierno".