El ataque al SME y a LyFC perpetrado por el gobierno espurio al más viejo estilo priísta entre el sábado en la noche y domingo pasados por la madrugada desenmascara una vez más lo que en realidad son. Durante mucho tiempo prepararon todo un teatro para poder llevar adelante sus planes, pero estos se conjuraron el 5 de octubre con la decisión de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social ( STyPS) de no dar “la toma de nota” a Martin Esparza, además de que se han dedicado a machacar durante semanas lo malo que era el sindicato y la ineficiencia financiera de LyFC para que, en la madrugada del domingo, pudieran llevar adelante esta lamentable acción.
El ataque al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha aglutinado al conjunto de trabajadores y organizaciones de izquierda que de por sí ya estaban en lucha contra el gobierno de Calderón e incluso ha sumado a nuevos sectores. La base de los sindicatos independientes y la izquierda del PRD particularmente han expresado su solidaridad y deseos de luchar hombro a hombro con el SME.
A escasos días del 1 de octubre, todo parece indicar que la traición de Rafael Acosta Juanito se cristalizará. Las principales consecuencias las pagarán los habitantes pobres de Iztapalapa. Si Juanito no da marcha atrás y se mantiene sin respetar el acuerdo signado con López Obrador (AMLO) un par de semanas antes de las elecciones del 5 de julio en el sentido de que de que tras ser investido al frente del gobierno delegacional, inmediatamente renunciaría al cargo para cedérselo a la perredista Clara Brugada, estaría traicionando la confianza de las miles de personas que votaron por él como candidato del PT.
Ante las vacilaciones por parte del ala de izquierda del PRD y la falta de una línea clara por rescatarlo desde adentro, la derecha encabezada por los “chuchos” salió avante de este nuevo round a consecuencia del descalabro electoral del pasado 5 de julio, ratificando a su máximo representante, Jesús Ortega, al frente del partido.
Las elecciones padas del 5 de julio han reanimado la batalla interna dentro del PRD. A pesar de la “diplomacia” entre las dos principales corrientes, la encabezada por Jesús Ortega y por Andrés Manuel, las diferencias son bastante claras. Esta batalla es de gran importancia, en el fondo no se trata de otra cosa sino del enfrentamiento que existe entre el pueblo trabajador que intenta recuperar al PRD para usarlo como una herramienta de lucha y por otro lado la derecha del partido tratando de frenar el avance del movimiento.
Lo que pasó en Iztapalapa el pasado 5 de julio no es más que una muestra de los ánimos de lucha en México: ante un llamado concreto contra los chuchos - a pesar de ser superficial, tácticamente divisionista y por eso erróneo- las masas respondieron votando a favor del PT. Esto muestra que las masas quieren fuera a los chuchos del PRD. Jesús Ortega puede caer muy fácilmente, sin embargo no es así debido a que la izquierda del partido no ha hecho un pronunciamiento y un llamado a la lucha concreto. Marcelo Ebrard, Alejandra Barrales y otros dirigentes del PRD se han empezado a quejar de la caída de 17 puntos del PRD y achacan al la caída del voto a las divisiones al interior del partido, se quejan de la dirigencia nacional del partido de manera abstracta, sin siquiera nombrar a Jesús Ortega o su corriente, mucho menos llaman a una lucha concreta.
Desde antes de las ocho de la mañana estaban ya los cuatro representantes del PRI en la casilla, listos para ponerse al tiro cuando fuera necesario. Dos del PAN y un poco más tarde, llegó el único representante registrado del PRD, primo de una chava de la cual su mamá medio tenía vela en el entierro del partido. Una niña despistada del PANAL llegó media hora tarde a una sección que ni le tocaba. Este preludio dio la pauta de lo que iba a pasar a lo largo de la jornada electoral.