En el conflicto entre los poderosos intereses de las multinacionales mineras y los combativos trabajadores, campesinos y demás sectores populares de Cajamarca, el gobierno de Ollanta Humala ha decidido apoyar a los primeros, declarando el estado de emergencia y deteniendo arbitrariamente a los dirigentes del paro regional indefinido de los cajamarquinos. Es un error gravísimo que demuestra además que en Perú como en el resto de América Latina, es imposible buscar un equilibrio entre las demandas populares y los apetitos del capital imperialista multiplicados por la crisis mundial del capitalismo.
Ollanta Humala ha conseguido una victoria histórica en las elecciones presidenciales de Perú. Por primera vez en décadas – quizás desde la época de Velasco Alvarado en la primera mitad de la década del 70 del siglo pasado – la mayoría del pueblo peruano va a tener un gobierno que considera como propio; un gobierno que debe atender los deseos, intereses y exigencias de la mayoría trabajadora, de los humildes, de los explotados y olvidados.
Las elecciones presidenciales del Perú abren paso al cambio político más importante en el país desde la caída de la dictadura de Fujimori en el año 2000. La profundidad del malestar social acumulado se ha expresado de forma que ninguno de los candidatos más confiables de la clase dominante (Kuczynski, Toledo, Castañeda) pasó a la segunda vuelta. A esto no es ajeno que todos los gobiernos que se sucedieron en estos años (Ramón Paniagua, Alejandro Toledo y Alan García) fueron un calco el uno del otro, adictos a los intereses de los grandes empresarios y terratenientes, y del imperialismo de EEUU.
Ganan 700 soles mensuales por un trabajo de 60 horas semanales. Son responsables del crecimiento económico y de la fortuna de la transnacional suiza Glencore, pero los 1500 proletarios mineros no se benefician de ésta ya que la empresa “argumenta” que estos trabajan para otra empresa “service” (contrata). Al contrario, cuando formaron su sindicato fueron despedidos por la patronal. Solo después de una ardua lucha, conquistaron la libertad sindical, lo que les permitió pelear por su Pliego de Reclamos. No obstante, la Glencore, los “meció”, durante, aproximadamente, cuatro meses.
A organizar el Paro de 72 horas, la Marcha de los Pueblos y por aumento de salarios
Es el grito unísono, alegre, combativo y anticapitalista, que recorre todas las recónditas comunidades amazónicas andinas, costeñas, aulas estudiantiles, fábricas y socavones, frente a la derogación de los DL (decretos) antiamazónicos 1090 y 1064.
Frente al Genocidio de nuestros hermanos nativos en Bagua: ¡Todos a la Jornada del 11 de Junio! ¡FUERA GARCÌA! ¡PARO NACIONAL Y MARCHAR SOBRE LIMA! ¡Nacionalizar la Amazonía y las Minas!